Mancha de alternaria, tizón temprano
Alternaria solani, Alternaria alternata
El hongo que causa la mancha de alternaria es favorecido por
periodos húmedos y cálidos. El patógeno se disemina por la lluvia y el viento,
y sobrevive en tejidos enfermos, en la semilla de tomate y en otras plantas de
la familia de las solanáceas.
En semilleros, el hongo puede causar lesiones en tallos y
hojas, y producir la muerte de las plántulas. En condiciones de campo, las
plántulas de tomate afectadas presentan los primeros síntomas en las hojas más
viejas de la planta, y ocurre el amarillamiento generalizado de la hoja. Las
lesiones son redondas, secas, de color café oscuro o negro, de bordes
irregulares, con marcados anillos concéntricos rodeados de un halo clorótico
(figura 162); en tallos se producen síntomas similares (figura 163).
En ocasiones, las lesiones son tan numerosas que se unen y
causan una necrosis de la hoja, que se acentúa y es más frecuente en sus
bordes. Cuando afecta tallos y pecíolos produce lesiones anilladas, hendidas,
ovaladas, de color marrón o negro y de aspecto blanquecino o grisáceo en su
región central.
Generalmente las lesiones se unen y cubren grandes áreas del
tallo.
En frutos, A. solani produce lesiones de color café oscuro,
secas, grandes, deprimidas y de forma anillada, que se caracterizan por presentarse
en la región cercana al pedúnculo, con abundante esporulación de color negro o
grisáceo en la región central del fruto.
Un ataque fuerte causa defoliación de la planta, disminuye
el área fotosintética y los frutos sufren quemaduras al quedar expuestos al
sol.
Para el manejo cultural de esta enfermedad, se recomienda
una amplia y adecuada distancia de siembra; poda de hojas bajeras para
favorecer la aireación; un adecuado control de malezas; recolección y
destrucción de los frutos o partes de la planta afectados, para disminuir la
fuente de inóculo de la enfermedad; utilizar semillas tratadas o libres de la
enfermedad, y control químico (tabla 16).
Carate, pudrición del fruto
Phoma andina var. Crystalliniformis
Esta enfermedad es severa en condiciones de humedad relativa
alta y temperaturas medias a bajas. El patógeno sobrevive en residuos de
cosecha y no se transmite en semilla de tomate.
Los primeros síntomas de carate se observan inicialmente en
la base del tallo principal. Las lesiones son superficiales, ya que sólo afecta
los tejidos corticales, aparecen como diminutas manchas necróticas que avanzan
hacia la parte superior del tallo
(figura 165). Con el tiempo, las lesiones se presentan en ramas y pecíolos, y
en condiciones favorables se unen y cubren grandes extensiones. Los frutos y su
pedúnculo también son atacados, presentan diminutas lesiones punteadas que
cubren gran parte de su superficie hasta deteriorar su calidad.
El tutorado oportuno, la poda de hoja bajeras y la remoción
de frutos afectados son prácticas de control cultural que ayudan a reducir la
severidad de la enfermedad. Las aspersiones de productos químicos dirigidas a
la base del tallo y los frutos, al inicio de los primeros síntomas de la
enfermedad, controlan adecuadamente el carate del tomate.
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