BASES PARA EL
MANEJO AGROECOLÓGICO DE
PLAGAS EN SISTEMAS AGRARIOS
URBANOS
Mejora del suelo: La mejora del suelo generalmente está en función de ajustar sus propiedades físicas, químicas y biológicas, de acuerdo a las demandas de los cultivos
y al sistema de explotación que se realiza.
Existen diversas tendencias y productos con estos fines, pero en la agricultura urbana
se ha desarrollado un sistema basado en el humus de lombriz, el compost, los biofertilizantes, la incorporación de los restos de cosecha y otros abonos orgánicos
tradicionales.
De forma general la materia orgánica favorece el desarrollo de los microorganismos, entre ellos los antagonistas a los fitopatógenos y otros enemigos naturales de las plagas del suelo.
Rotación de los campos: Los campos, las parcelas, los canteros, etc. se rotan en función del plan de siembra, que generalmente se confecciona de acuerdo a la época del año y las demandas del mercado.
Sin embargo, desde el punto de vista fitosanitario la rotación tiene efectos importantes sobre la reducción de las malezas, los nemátodos y los microorganismos fitopatógenos que habitan en el suelo, además de algunas plagas insectiles, siempre que
el agricultor conozca las plagas que se favorecen o deprimen con los cultivos que se incluyen en el esquema de rotación.
Como se expresó anteriormente, la rotación con cultivos de cobertura es muy recomendada, ya que cuando las plantas de estos cultivos se desarrollan (cierran), no dejan espacio para el crecimiento de las malezas y el cultivo siguiente es menos
afectado por estas plantas.
En el caso de la agricultura urbana, donde los sistemas de cultivo en canteros o parcelas tienen una preparación del suelo limitada, la rotación de cultivos es esencial para reducir las poblaciones de ciertas plagas de importancia como son los nemátodos (Meloidogyne), las cochinillas harinosas que habitan en las raíces de las plantas (Pseudococcidae), los ácaros (Rhyzoglyphus), los gusanos de manteca (Phyllophaga), las hormigas que comen semillas (Solenopsis), los grillos, los cachazudos
(Agrotis), los patógenos del suelo (Phytium, Rhizoctonia, Phytophthora, Fusarium y otros), las semillas de plantas indeseables, y las babosas, entre otras plagas.
Biofumigación: Consiste en aprovechar las sustancias tóxicas y el calor que emanan
de la descomposición de distintas materias orgánicas.
Hay varias fuentes de biomasa que pueden ser útiles para la biofumigación, como los residuos de cosechas de plantas que durante el proceso de descomposición emanan gases que tienen propiedades como biocida, tal es el caso de las crucíferas, en especial la col o repollo y el brócoli (Kirkegaard et al., 1995; Vázquez et al., 2005).
Las hojas que quedan de la cosecha de estas plantas se entierran en el suelo, se esperan aproximadamente dos semanas para que las hojas se descompongan, tiempo necesario para disminuir los niveles de poblaciones de nemátodos, patógenos, insectos, etc. en el suelo.
Es muy importante que las hojas queden enterradas, para garantizar que los gases no se escapen y actúen más eficientemente.
El proceso se acelera con el riego y si se tapa con nylon, pencas de guano u otro material.
Igualmente se pueden utilizar con buenos resultados las enmiendas
no descompuestas como humus, estiércol, cachaza, gallinaza, etc.
Fuente: BASES PARA EL
MANEJO AGROECOLÓGICO DE
PLAGAS EN SISTEMAS AGRARIOS
URBANOS
Luis L. Vázquez Moreno
Ingeniero Agrónomo. Doctor en Ciencias.
Investigador Titular.
Entomología, Control Biológico, Manejo de Plagas.
Grupo Artrópodos Plagas. INISAV.
Emilio Fernández Gonzálvez
Licenciado en Biología. Doctor en Ciencias Agrícolas.
Investigador Titular.
Nematología, Control Biológico, Manejo de Plagas.
Grupo Fitopatología. INISAV.
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